Dos padres por desigual (2017)

Título original: | Cum mi-am petrecut sfarsitul lumii |
Director: | Catalin Mitulescu |
Guionistas: | Catalin Mitulescu |
Andreea Valean | |
Intérpretes: | Doroteea Petre |
Timotei Duma | |
Ionut Becheru | |
Marius Stan | |
Jean Constantin | |
Mircea Diaconu | |
Bogdan Dumitrache | |
Productores: | In-Ah Lee |
Philippe Martin | |
Catalin Mitulescu | |
Daniel Mitulescu | |
David Thion | |
Fotografía: | Marius Panduru |
Música: | Alexander Balanescu |
Montaje: | Cristina Ionescu |
Nacionalidad: | Rumania |
Francia | |
Año: | 2.006 |
Duración: | 106 minutos |
Edad: | 13 años |
Género: | Drama |
Distribuidora: | Pirámide Films Distribución, S. L. |
Estreno: | 22-05-2.009 |
Página WEB: | Web Oficial de la película en España |
Web Oficial de la distribuidora en España | |
Tráiler de la película en You Tube |
Calificación:
Crítica: | 7,454 | Espectadores: | 4.762 |
Vizcaya: | 6,717 | Recaudación: | 25.512,40 € |
España: | Puntos (Popularidad): | 0 | |
Rugoleor: | Índice de popularidad: | 0 |
Sinopsis:
Bucarest 1.989, último año de la dictadura de Ceausescu. Eva de 17 años vive con sus padres y con su hermano de 7, Lalalilu. Un día en la escuela, Eva y su novio Alex -hijo de un odiado oficial del partido comunista- rompen accidentalmente un busto de Ceausescu. Alex confiesa su culpa ante toda la clase y un comité disciplinario del partido, Eva se niega y es trasladada a un reformatorio. Allí conoce a Andrei que se está preparando para escapar del país cruzando a nado el Danubio. Eva decide escapar con él. Lalalilu, asolado por la fuga de su hermana, llega a la conclusión de que Ceausescu es el culpable de todo su dolor y la razón principal de la decisión de Eva. Entonces, con sus amigos de la escuela, traza un plan para matar al dictador y así lograr que Eva regrese y empezar una nueva vida en una Rumania libre.
Desde la caída de Ceaucescu, el cine rumano se ha disparado, aunque Catalin Mitulescu se queja de que la democracia no acaba de llegar a su país. Tras ganar el oro en Cannes con su corto “Trafic (2.004)”, Mitulescu escoge para su puesta de largo el último año del régimen a cuyo derrumbamiento habrá de correr paralelo al despertar sexual de una adolescente (Doroteea Petre) que, tras ser castigada por romper un busto del dictador, sueña con poner tierra de por medio.
Crítica:
28.05.2009 – ANTON MERIKAETXEBARRIA
Muerte de un tirano
Si con “Sueños de juventud” tuvimos la oportunidad de ver una película checa, con “Cómo celebré el fin del mundo” estamos ante un flime rumano, centrado en el fin de la dictadura del líder stalinista Nicolae Ceaucescu. Su detonante argumental es la destrucción de una estatua de dicho sujeto por parte de una pareja de jóvenes, en 1.989, poco antes de la caída del político, ejecutado junto a su mujer, Elena, el 25 de diciembre de 1.989. Sin embargo, cuando se desarrolla la trama del filme, el sistema, corrupto hasta las entrañas, todavía daba sus últimos coletazos. Por eso uno de los jóvenes, la chica, tras su internamiento en un reformatorio, decide huir con todas sus consecuencias.
Lo viejo contra lo nuevo, la esperanza de un futuro mejor para la mayoría del pueblo rumano, es el 'leit motiv' de “Cómo celebré el fin del mundo”, filmado por Catalin Mitulescu como si de un mosaico costumbrista se tratara, sin ahondar en la tragedia vivida y sufrida por los ciudadanos de un país perteneciente a la vieja Europa, a la que parece le crujen los huesos. ¿Será por eso que somos tan euroescépticos? No tan conseguida como “Cuatro meses, tres semanas y dos días”, del también cineasta rumano Christian Mungiu, el filme atesora, sin embargo, reflexiones que no deberían caer en saco roto.
Aun así, es la vertiente humanista la que prevalece en su desarrollo argumental, en relación con el miedo imperante y las relaciones familiares y sentimentales, sobre las que gravita inexorable la sombra de un aterrador sistema regido por un tirano y un gobierno de asesinos, dispuestos a las mayores atrocidades con tal de conservar el poder. Por eso, en ocasiones, la muerte es más dulce que la tiranía. Así, Mitulescu rinde homenaje a las víctimas del genocidio perpetrado por Ceaucescu y sus colaboradores. Una sesgada ironía ocupa asimismo un lugar destacado dentro del filme que, sin ser nada del otro jueves, desde un punto de vista estrictamente cinematográfico, merece verse.
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